El otro día presumí delante de un amigo del número de libros
leídos este año. Su respuesta fue “Y, ¿no prefieres vivir la vida?”
- Yo ya vivo la vida.
- No la vives, la lees.
Y esto me llevo a reflexionar ¿qué significa vivir la vida?
Leer es vivir, la cantidad de conocimientos y experiencias que atesoro con la
lectura no me las podrían dar ni mil vidas “vividas”. ¿Qué hay de malo en
preferir quedarse en casa leyendo a “salir a vivir la vida”?
Yo saldría… si supiera que me van a ocurrir cosas
emocionantes como a los personajes de mis novelas, si fuera a conocer a alguien
misterioso, si acabara rodeada de seres extraños de otro planeta, si
descubriera que soy nieta de una marquesa, si encontrara un mapa con las pistas
de un tesoro… Pero salir (especialmente, salir por la noche) para encontrarme
con el típico tío borracho que me habla al oído porque la música está muy alta,
la gorda que me da empujones y la camarera guapa que atiende siempre a los
chicos antes que a las chicas, para eso, prefiero quedarme en casa leyendo (y
viviendo) experiencias más gratificantes.
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