domingo, 24 de mayo de 2020

LAS LUCES TRAS LOS CRISTALES


Antes de irme a dormir. Lo último que hago es bajar la persiana de la habitación. No quiero que los primeros rayos de sol se inmiscuyan en mis sueños y me devuelvan a la realidad demasiado temprano.

Ese momento en el que me acerco a la ventana y descorro la cortina, siempre me quedo unos segundos mirando. Observo las luces de las ventanas que todavía siguen encendidas. De ellas desprende una luz cálida. Todo quietud. En otras ventanas la luz parpadea y emite tonalidades distintas; un televisor encendido con la luz apagada. Incluso puedo distinguir una pareja de ancianos, cada uno en su butaca, enfrente de la televisión.

Cada ventana abierta o cerrada, cada balcón con flores o sin ellas, con la escalera metálica porque no hay suficiente espacio en el piso, con las sábanas tendidas desde el día anterior porque no ha dado tiempo de recogerlas. Mañana será otro día. Detrás de cada una de esas luces y sombras hay personas que sueñan y se preocupan, que se desvelan por las noches, que madrugan por las mañanas, que están preocupados porque no han cobrado el ERTE todavía, que se levantan de madrugada a picar algo de la nevera, que se quedan dormidos viendo una película, que salen al balcón a respirar un poco de aire fresco a fumarse un cigarrito antes de irse a dormir. Personas que tras el cristal se sienten cómodas en su refugio. Personas a las que tengo tan cerca que podría llegar a ellas elevando un poco la voz, pero que nunca llegaré a conocer.

Y ellos también verán mi luz, que se apaga cuando se baja el telón de mi persiana.

jueves, 14 de mayo de 2020

LAS VIDAS TRUNCADAS


¿Por qué nos duele la muerte de alguien que no conocemos? La noticia ayer de que Aless Lequio había muerto creo que nos dolió un poco a todos los españoles. Hay un motivo fundamental para sentir la tragedia de su muerte, y es que solo tenía 27 años. Si la muerte de por sí ya es un misterio, un tabú, dolorosa incluso cuando le llega a alguien anciano, cuando se trata de alguien tan joven es tan incomprensible, atroz y lamentable que no hay consuelo ni explicación posible.

Nunca habíamos tratado con Aless Lequio, pero todos recordamos a ese niñito rubio con el pelo rizado, travieso, mordiendo los micrófonos y escondiéndose detrás de su madre. Además, a raíz de su enfermedad, lo hemos llegado a conocer un poco más, y parecía un joven tan fuerte, sensato y valiente. Una de esas personas de las que solo puedes pensar: “¡Qué buen tío parece!”

Y después está su madre, a quien tampoco conocemos personalmente, pero parece que forma parte de la familia. En la imagen mental que tengo de ella siempre está sonriendo. Una mujer tan alegre, tan divertida… Con las anécdotas que todos conocemos; su participación en El Equipo A, sus noches de campanadas, sus amoríos, la serie de Ana y los 7, la paella que le preparó a Steven Spielberg, las duchas con las que terminaba el programa de ¿Qué apostamos?

Creo que precisamente por todo eso la tragedia se hace más grande. Ella, que siempre ha parecido tan feliz. Un niño bonito, que se ha criado con todo el amor de sus padres, que ha tenido muchas posibilidades en esta vida; buen estudiante, trabajador y atractivo. Una de esas personas que parece que lo tengan todo en esta vida y a las que parece que todo les va a ir bien. Sin embargo, llega la maldita enfermedad, el maldito cáncer. A pesar de todos los esfuerzos y de todas las posibilidades de cura a las que se somete, a pesar de ganarle pequeñas batallas, al final la enfermedad vence y nada se puede hacer. Es la tragedia personificada, el chico que todo lo tenía para ser feliz y cuya vida se ve truncada por el maldito destino.

Deberíamos tener la obligación de aprender algo de estas tragedias que vamos escuchando a lo largo de nuestra vida. Tragedias que no nos tocan de cerca, pero que nos llegan al corazón porque entendemos magnitud de las mismas. Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos a la vida por todo lo que nos da. Damos muchas cosas por hecho y no todo el mundo tiene la misma suerte. ¿Tenemos más de 27 años? Ya tenemos la suerte que muchos nunca tendrán.

domingo, 19 de abril de 2020

LOS ÁNGELES DE MANOS AZULES

Un pájaro sobrevuela la ciudad. Observa extrañado que apenas hay gente por la calle. Solo ve a personas asomadas en sus ventanas y balcones. Se posa sobre el alféizar de una ventana. Una anciana, con la mirada triste y el rostro pegado al cristal, fija su vista en la calle. Murmura algo pero no puede oírlo.

- Vamos, señora, hoy tampoco podrá venir a verla a su hija, pero luego la llamaremos por teléfono.

Una mujer, que era solo ojos, se acerca hasta la anciana. La coge con sus manos azules y caminando a su lado la acerca hasta el salón donde hay otros ancianos como ella. Se queda allí sentada.

Al rato vuelve la mujer de los ojos. Le pasa el teléfono. La anciana sonríe.

martes, 11 de octubre de 2016

MADRE A LOS 62 AÑOS

¡Cómo me alegra ver que Lina Álvarez lo ha conseguido! Ha sido madre con 62 años. Ella y su niña están en perfecto estado.

Este embarazo ha sido muy cuestionado. Me da rabia que mucha gente considere que es demasiado mayor para ser madre. ¿Es que no entienden que este es un gran avance de la ciencia? La ciencia ha logrado que esta mujer sea madre veinte años después de tener la menopausia.

¿Qué tiene de malo ser madre con 62 años, cuando la esperanza de vida en España es de 83 años? Cuando ella fallezca su hija ya será adulta. ¿Por qué se empeña la sociedad en decidir cuándo debemos y no debemos ser madres? Esta mujer sabe lo que se hace. Es doctora. Ya ha sido una madre “mayor”, pues su segundo hijo lo tuvo con 52 años. Además, el primero de sus hijos tiene parálisis cerebral, ya conoce las dificultades de cuidar de alguien con necesidades especiales. De hecho, una de las razones por las que ha decidido ser madre es para darle unos hermanos a ese primer hijo suyo.

A quién piensa que esta mujer es muy mayor para tener hijos, le preguntaría si piensa que los padres jóvenes tienen garantizado vivir muchos años para cuidar de sus hijos. Como si no existieran los accidentes, las enfermedades, las desgracias… como si no hubiera abuelos de esa edad que se encargan de criar a sus nietos. Además, ¿opinamos lo mismo de los hombres que son padres a esa edad?

Dejemos de juzgar tanto a los demás, y menos aún, de juzgar a una mujer que desea ser madre. 

miércoles, 28 de septiembre de 2016

QUE NO TE CONTRATEN POR RECORDARLES TUS DERECHOS COMO TRABAJADOR

Ir a una entrevista de trabajo. Que les gustes a los entrevistadores. Que te llamen para una segunda entrevista. Que te digan que empiezas el martes y te pidan tus medidas para el uniforme. Que, por casualidad, salga el tema de los festivos, por los que tú ni siquiera has preguntado, dando por supuesto que la empresa cumple la legalidad. Que te digan que los festivos trabajados ni los pagan ni se recuperan. Que les digas que por ley se tiene que hacer. (En tu inocencia, confías en que como son extranjeros no se enteran mucho del tema.) Que te digan que se lo van a preguntar al gestor, porque ellos siempre cumplen la ley española. Que te llamen dos días más tarde para decirte que no sigues en el proceso de selección de la empresa. QUE NO TE CONTRATEN POR RECORDARLES TUS DERECHOS COMO TRABAJADOR.


Artículo 32. Fiestas no recuperables. Cuando las fiestas no recuperables no se disfruten o coincidan con la fiesta semanal, el trabajador/a tendrá derecho a disfrutarlas en otra fecha y la empresa deberá abonar un 40% de acuerdo con la tabla salarial más la antigüedad consolidada si la hubiere, salvo cuando la fiesta coincida con el período de vacaciones, en cuyo caso quedará absorbida. La empresa podrá absorber con carácter general sólo una fiesta no recuperable como máximo cuando coincida con el período de vacaciones, con independencia de que estas se fraccionen. En el supuesto de que las fiestas no recuperables se disfruten de forma continuada, la empresa respetará el descanso semanal, acumulando el mismo al número de fiestas. El abono de las fiestas no recuperables se realizará en el mismo mes de su devengo. Se respetará cualquier acuerdo preexistente entre las empresas y los representantes de los trabajadores/as. (Convenio colectivo interprovincial del sector de la industria de hostelería y turismo de Cataluña). 

viernes, 16 de septiembre de 2016

LA MEDIDA DEL ÉXITO

“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida.” Confucio.

Gran frase y muy cierta. Creo que esa frase es el principal motivo por el que la gente va a la universidad. La adecuada formación debería ayudarte a conseguir ese trabajo deseado. Sin embargo, me río yo de ese “elige” del inicio. Como si estuviéramos en un supermercado ante una variada opción de productos y tuviéramos la posibilidad de poder elegir.

Uno de los grandes fracasos de esta época son las falsas ilusiones que nos han vendido a los jóvenes. Cuando estás estudiando una carrera te preparan para ser director de cine, de la empresa, del hotel, del banco, etc. Te venden desde un principio que el que se esfuerza, consigue llegar a lo más alto. En la vida me he encontrado con muchos ejemplos de que esto no ocurre así.

Para cualquier profesión, no solo es necesario tener talento y esforzarse. No niego que el que ha llegado a lo más alto pueda tener talento y haberse esforzado. Pero, ¿qué pasa con los que se han quedado en el camino? ¿Qué pasa con los que se han quedado en auxiliares de cámara, administrativos, recepcionistas o en la atención al cliente en la ventanilla del banco? ¿Es que ellos no se esforzaron? Hay premios que recompensan el esfuerzo, pero también hay esfuerzos no recompensados. Al menos no recompensados a la manera en la que nos lo vendieron.

El problema radica en que esto ha llevado a muchos jóvenes a la frustración; como no son lo que creían que llegarían a ser, se creen menos válidos. Se sienten fracasados. Pero la culpa no es de ellos. Son una serie de errores cometidos, uno tras otro, para que se llegue a esta situación.

El primero de ellos es la forma en la que nos han enseñado a medir el éxito. Imaginémonos a alguien exitoso: tiene un trabajo de prestigio, es admirado y, sobre todo, gana mucho dinero. ¿Es eso realmente el éxito? El segundo problema es que nos enseñan  a luchar por llegar hasta ahí, a ese trabajo de prestigio, donde uno es admirado y, sobre todo, gana mucho dinero. De ahí que los trabajos que nos gustaría llegar a tener estén relacionados con las artes (donde podemos desarrollar nuestra creatividad: actores, cantantes, escritores, compositores, directores de cine, pintores, etc.); con el deporte (futbolistas de grandes equipos de primera división); o, en general, puestos de poder (políticos, gerentes, directores, etc.) Tal vez me podáis decir que los deseos de todos no entran dentro de estas categorías. Probablemente, tengáis razón. Pero seguro que no conocéis a ningún joven con un poquito de ambiciones que diga que quiere ser barrendero, dependiente en una tienda o repartidor de pizzas.

Y todo esto nos lleva a que la gente no encuentre su lugar en la sociedad. Nos lanzan a estudiar carreras, donde nos venden que podremos llegar a hacer cosas importantes, pero es mentira. No es un buen método elegir el número de estudiantes que entran en cada carrera en función de una nota de corte basándose en la demanda. Si lo que se busca en la universidad es una salida profesional, ese no es el mejor método. Solo hay que saber mirar a nuestro alrededor: ¿qué se necesitan, más camareros o directores de cine?

En un hotel hay varios recepcionistas en plantilla y solo un director, y todos han estudiado Turismo. ¿Es el director el que más se ha esforzado? No. Puede que se haya esforzado, pero también puede que sea “hijo de”. Y, aunque sea verdad que ha llegado ahí con su esfuerzo, ¿alguien piensa que los que se han quedado en recepcionistas no se han esforzado?

Por fortuna, contamos con la ventaja de que a una carrera se puede acceder si contamos con la nota suficiente (en base a la demanda). Y, sí, ahora estoy diciendo “por fortuna”. No me contradigo de lo anterior. No es un buen método si lo que se busca es dar salida profesional a todos. Si fuera así, se debería determinar el número de profesionales que se necesitan en cada sector y, en función a eso, determinar el número de plazas disponibles en cada carrera. Afortunadamente, en mayor o menor medida, podemos elegir lo que estudiar.

Ya que fuimos tan privilegiados de estudiar lo que nos gustaba, no menospreciemos lo que hemos conseguido. No hemos llegado a directores, pero, si tenemos suerte, trabajamos en el sector que elegimos. Dejemos de medir el éxito en base a trabajos inalcanzables para unos pocos en los que pueden mostrar su creatividad, su capacidad de gestión, y, además, ganan mucho dinero. Hagamos nuestro trabajo con ilusión, aunque no sea el trabajo con el que habíamos soñado. No es que no nos hayamos esforzado, es que la sociedad está montada para que solo haya unos pocos triunfadores. Si lo que queremos es alcanzar esa plenitud, busquémosla fuera de nuestro empleo; tengamos pequeños hobbies, proyectos, ideas y ambiciones para llevar a cabo durante nuestro tiempo libre: estudiar otra carrera, hacer deporte, montar un grupo de teatro, colocar un lienzo y un caballete en medio del salón y comenzar a pintar cuadros. Que el éxito no se mida con dinero, que se mida con la felicidad que te proporcionan las cosas que realizas.

Confórmate con ese trabajo que no te gusta mucho. Piensa que, en realidad, no te gusta porque te han enseñado a aspirar a otra cosa. Hazlo lo mejor posible, disfrútalo, gana dinero y vete a tu casa. Y si aspiras a algo más, hazlo por tu cuenta. Es encontrar el equilibrio entre conformarse con lo que uno tiene, sin por ello dejar de luchar por aspirar a algo mejor.

jueves, 15 de septiembre de 2016

UN LUJO PARA ALGUNOS

Hoy,  después de tratar temas como la desaparición de Diana Quer o la dimisión de Rita Barberá del Partido Popular, han emitido este pequeño reportaje en Espejo Público:


Lo siento, no puedo evitarlo, pero me da asco vivir en un mundo así. Uno puede tener dinero, puede tener lujos; coches caros, relojes de oro, mansiones, abrigos de pieles… Pero, aunque pueda parecer demagoga, no me parece justo que eso ocurra en un mundo donde hay gente que muere de hambre.

No voy a decir que con el medio millón que lleva esa mujer repartidos en la muñeca y los tobillos se podría aliviar la situación de muchas familias, se podría ayudar a niños enfermos o se podría invertir en diversas causas sociales. Es su dinero y puede hacer lo que quiera con él. Lo que me pregunto es: ¿qué satisfacción puede aportarle a una persona tener en sus muñecas y tobillos joyas por valor de medio millón de euros?, ¿le hacen más feliz?, ¿le proporcionan algún tipo de placer que no soy capaz de comprender?

¿Será que esta gente es feliz sabiendo que puede gastarse en pulseritas lo que aliviaría el sufrimiento de muchas personas? ¿Es una manera de sentirse superior a los demás, de sentir que los demás deben venerarlo porque puede llevar en su muñeca lo que otras personas no serán capaz de conseguir en toda una vida trabajando?

Y, por último, ¿ha hecho algo especial esta mujer para poseer tanto dinero? ¿Es virtuosa en algo, muy por encima de los demás, para poder permitirse gastarse el dinero en gilipolleces, cuando otros sabrían invertirlos en causas mucho más justas y valiosas para la humanidad?

Lo siento, pero cosas como estas hacen que no me guste el mundo en el que vivo.