Paseo entre las estanterías repletas de libros de la
biblioteca. Sus tomos me gritan, me susurran, desean lanzarse hacia mí para que
los lea. Pero solo puedo elegir unos pocos. Me siento triste de no poder
cogerlos todos, de saber que el tiempo es limitado y que una vida no será
suficiente para leerlos todos.
Salgo de la biblioteca y me siento en un banco al sol para
conocer a los elegidos. Acaricio sus tapas, hojeo sus páginas y leo alguna
frase suelta. ¿Por qué me emociono tanto? ¿Por qué me gusta tanto leer?
La lectura es algo más que un rato de entretenimiento. La
lectura teje un hilo invisible que atraviesa culturas lejanas, mundos
imaginarios, situaciones alejadas de nuestra cotidianidad, y sobre todo, nos
ayuda a empatizar con los demás; mediante la lectura se viven otras vidas y se
comprende mejor a las personas.
La literatura nos ayuda a entender quiénes somos. Las cosas
que eran importantes hace quinientos años siguen siendo importantes hoy en día.
Todas las grandezas y bajezas del ser humano están reflejadas en la literatura.
Yo leo para conectar con el mundo, para vivir más vidas de
la que me ha tocado vivir, para entender mi pasado y mi presente, para asomarme
por una esquina y ver cómo vivían los que vivieron antes que yo, para meterme
en la mente y el corazón de otros seres.