Tengo un objeto mágico con el que nunca podría haber soñado.
Es una ventana a través de la cual puedo hablar con todos mis seres queridos,
los que viven en mi casa y los que están a miles de kilómetros, puedo acceder a
toda la información del mundo; fechas, datos, diccionarios, libros,
fotografías, videos, música… No hay nada que haya querido buscar y no haya
podido encontrar. Ese objeto es muy pequeño, cabe en mi bolsillo. Es mi móvil.
Escucho y leo muchas críticas sobre el abuso del uso del
móvil. Por las redes sociales pululan fotografías de jóvenes reunidos, parejas
cenando o gente en el metro, que están absortos mirando su móvil. Y algunos se
echan las manos a la cabeza y se quejan de que la gente ya no nos miramos a la
cara, que ya no sabemos vivir sin el móvil, que ya no sabemos relacionarnos.
¿No saber relacionarse es escribirle un mensaje a tu pareja
nada más sales del trabajo para anunciarle que ya llegas a casa? Qué pretende
la gente, que me ponga a hablar con la persona que tengo al lado en el metro y
con la que solo voy a coincidir durante tres paradas y le cuente las mismas
cosas que le puedo contar por Whatsapp a mi mejor amiga.
Cuando se critica que parecemos sonámbulos cuando miramos el
móvil, he de recordar que no estamos absortos mirando una piedra, estamos ante
una ventana. Podemos estar hablando con un familiar, leyendo el periódico,
mirando las fotos que un amigo ha colgado en su Facebook de sus últimas
vacaciones.
¿Por qué hay gente que se empeña en criticar el gran
adelanto que han supuesto, por ejemplo, las redes sociales? Una red social como
Facebook te permite seguir en contacto con gente que ha pasado por tu vida,
pero que ya no están tan cerca. Compañeros de colegio, de trabajo, amigos en el
extranjero, familiares a los que no puedes ver con toda la frecuencia que querrías.
Ya no es necesario escribir un largo email contándoles cómo te va y preguntándoles
por su vida. Simplemente un “me gusta” de vez en cuando en una de sus fotos, un
pequeño comentario, una felicitación por el cumpleaños. No se tarda nada y
significa mucho. Significa un “estoy aquí”, “me acuerdo de ti”, “me alegro de
que te vaya bien”.
De hecho, no solo estoy a favor del uso de los móviles,
Internet y de las redes sociales, sino que me parece mal que la gente no los
use. Cuando alguien me dice “yo paso de Facebook”, no me gusta. O tienen la
suerte de tener a todos sus seres queridos cerca y de verlos con frecuencia o
significa que no les importa mantener el contacto con nadie.
Por mi parte, voy a seguir escribiéndole un mensaje a mi
pareja cuando salga del trabajo, a mirar las fotos de mis amigos en Facebook y
a leer el periódico digital. No voy a hablar con la persona que tengo al lado
en el metro. Me concentraré en estar en contacto con la gente que
verdaderamente me importa. Podré parecer absorta, pero simplemente estoy asomada
a una ventana mágica.