viernes, 27 de marzo de 2015

¿TE MERECES SER MADRE?

La niña le cedió el asiento del metro a su hermana pequeña. Ella se quedó de pie. No tendría más de siete años. Su hermana pequeña debía tener unos cinco años. Los labios de su madre dibujaban una curva de tristeza, su tono de voz era agrio, sus movimientos bruscos.  
— ¡Siéntate! ¡Te he dicho que te sientes! —le gritó a su hija mayor.
La menor de las niñas se arrimó hasta la barandilla.
—¿Prefieres sentarte aquí o al lado de la barandilla?
La hermana mayor se sienta entre su madre y su hermana. Las hermanas se abrazan. Su madre sigue con la misma cara. Las niñas empiezan a jugar. Es un juego de adivinanzas. Me cruzo por un instante con la mirada de fastidio de la madre y me siento intimidada. La mayor de las niñas tiene unas mejillas sonrosadas y una carita alegre, enmarcada con un turbante de flores de colores. La madre busca con movimientos rápidos algo entre su bolso. La menor de sus hijas parece una princesita, mirando hacia arriba, pensativa, intentando adivinar el personaje que le describe su hermana. “Dame una pista”, le ruega a su hermana mayor.
—Os estáis portando muy mal. No paráis. Estaros quitas. En cuanto lleguemos a casa, tú a la habitación, y tú te que quedarás abajo. Lleváis todo el día portándoos mal. ¡Qué ganas tengo de que volváis a ir al colegio! ¡Ya está bien! Voy a sentarme en el medio porque no paráis.
Las niñas, que no habían hecho más que jugar a las adivinanzas, están  ahora llorando. Cada una a un lado de su madre. La madre sigue con su sonrisa al revés. Yo no puedo tener hijos. Nuestras miradas se cruzan de nuevo. Ella intuye lo que pienso y me mira amenazante. Quiero gritarle que no se merece tener hijas. Saca el móvil del bolsillo. Tiene una notificación en Facebook. Una de sus mejores amigas ha comentado una foto de sus hijas: “¡Qué niñas más encantadoras tienes!” Empieza a teclear con sus pulgares: “¡Sí, son maravillosas! ¡Lo mejor que tengo en la vida!”

No hay comentarios:

Publicar un comentario